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07 agosto 2015

DUOLINGO


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Las máquinas que están cambiando nuestras vidas no llevan tuercas ni tornillos, sino números, algoritmos que nos conocen tan bien como para anticipar nuestros deseos. Google sabe qué buscamos y qué necesitaremos. 

Amazon, qué leemos y qué nos gustará. En algunas de las máquinas más pequeñas también se esconden futuras revoluciones, que tiene forma de aplicación móvil y web, es una de las más sorprendentes: está aprendiendo cómo aprendemos los humanos.

La herramienta por defecto para estudiar idiomas en internet se abrió al público en 2012. En 2013 fue nombrada aplicación del año por Apple. Hoy 12,5 millones de usuarios la utilizan sus ratos libres para conseguir un nivel más que aceptable en alguno de los idiomas que ofrece (desde el español se puede aprender portugués, francés e inglés). 

Funciona tan bien que, a pesar de que es una pujante startup, es la propia comunidad la que elabora los cursos de forma desinteresada. 

Cuando alguien hace sus ejercicios en Duolingo puede practicar con documentos reales por los que la empresa cobra a empresas como Buzzfeed y CNN, que ya utilizan esta legión de aprendices de todo el mundo para traducir sus webs. A cambio, usar Duolingo es gratis.


El creador de la máquina se llama Luis von Ahn y es uno de los grandes expertos encrowdsourcing, es decir, en esto de conseguir que la gente se reúna en internet con un fin que beneficie a todos... menos a los intermediarios. A los 34 años, el matemático guatemalteco, profesor de la Universidad Carnegie Mellon, ha vendido ya dos proyectos a Google. 


El primero, un juego en el que dos desconocidos intentaban coincidir describiendo una misma foto, pero que en realidad servía para que los humanos etiquetaran imágenes, haciéndolas así más fáciles de recuperar, un sistema que hoy se usa en Google Images. 

El segundo, reCAPTCHA, ese sistema que hemos utilizado todos cientos de veces en internet: escribir dos palabras antes de seguir avanzando en una web. 

Sirve para demostrar que somos humanos y no spammers, pero también tiene truco: las palabras que copiamos provienen de documentos que los escáneres no pueden identificar sin ayuda. Al usarlo estamos digitalizando libros para Google Books.